jueves, 14 de marzo de 2013

Seyens: Stern| Capítulo 7 (Actualización del 21/07/2019)

7



Cuando Anne y Marina llegaron a casa de esta su madre les dijo que la comida ya estaba servida. Marina, Anne y los padres de la primera se fueron a la cocina a comer.

Durante la comida el tema que dominó la conversación fue la desaparición de Esteban, por lo visto la policía no había encontrado nada en el bosque, (cosa habitual si el “asesino” era un licántropo), ni en el lugar en donde desapareció Esteban, salvo la sangre. Pero eso solo daba entender que a Esteban lo habían llevado hasta el bosque.

Luego de la búsqueda la policía interrogó a todos los amigos y familiares de la víctima pero ninguno sabía nada, ni siquiera Chase, el mejor amigo de Esteban. O eso era lo que parecía ya que enseguida quedó claro que ninguno de los familiares de Esteban creía que Chase no tuviera algo que ver. Incluso Marina había dicho que mañana aprovecharía que Chase no tenía que trabajar, para reunirse con él y pedirle que le dijera realmente todo lo que sabía sobre lo ocurrido con Esteban. Y sin mentir.

Anne le preguntó a Marina por qué no hablaba con Chase hoy y esta le contestó que no lo hacía porque hoy era sábado y Chase trabajaba los sábados.

—¿Entonces como es que la policía pudo interrogarle? —preguntó entonces Anne.

—Eso es porque la policía tiene un trato especial cuando se trata de una investigación. Resumiendo tiene el completo derecho de interrumpir la tarea de un trabajador para —Elena entrecomilló. —“Hacerle unas preguntas”, como suelen decir ellos —contestó.

Anne envidió por un instante a la policía por poder hacer preguntas a cualquiera con el fin de averiguar lo que querían. A ella también le gustaría poder hacer eso.

Anne siguió un poco la conversación sobre Chase y Esteban y lo ocurrido esa noche. Pero luego de ver que por más que lo hiciera no conseguiría encontrar respuesta a sus dudas se desentendió de ella.

La familia de Esteban siguió un poco más con esa conversación, antes de abandonar el tema e intentó hablar sobre cosas menos tristes. Anne también quiso aportar algún tema de conversación pero por lo visto su cabeza no estaba por la labor. Quizás si dejaba de darle vueltas a lo de la muerte de sus padres y a las preguntas que le hubiera encantado hacerle a Jaymie...

Sinceramente no entendía porque Jaymie no le había contado nada de la parte de memoria que le había robado.

Su primera suposición habría sido que Jaymie no quería que Anne sufriera demasiado. La necesitaba viva y cuerda para explicar lo de los seyens a otros que también tuvieran que saberlo. Sin embargo, esa teoría no encajaba porque en el momento del ataque Jaymie no podría saber cómo le iba a afectar a Anne la muerte de sus padres. Bueno, podría intuirlo pero nunca saberlo. Pero Jaymie no era alguien que tomara decisiones precipitadas, basándose en una intuición. O al menos no lo parecía.

En ese momento se dio cuenta de que no conocía a Jaymie, tanto como esta la conocía a ella. Pues Jaymie seguramente se había metido muchas veces en su cabeza y por tanto la conocía muy bien. En cambio Anne apenas sabia nada de Jaymie. Ni su vida, ni sus pensamientos.

—¿Anne? ¿Estás atenta o te has convertido en una estatua? —la pregunta de Marina la hizo volver a la realidad.

—Aún no, las estatuas no hablan —dijo Anne y se dio cuenta de que todos habían acabado salvo ella. Comió a toda prisa mientras veía como Marina aguantaba la risa. Eso hizo sonreír a Anne y los padres de Marina enseguida se alegraron.

Cuando terminó de comer, Anne ayudó a la madre de Marina a recoger la mesa y luego Elena lavó los platos y Anne y Marina se turnaron para secarlos.

En cuanto acabaron, Anne agradeció la comida a los padres de Marina y luego se despidió de Marina y su familia. Quisieron invitarla a cenar, pero ella se negó. No sabía cómo conseguiría salir de noche sola para defender la ciudad luego de cenar en casa de Marina. Estaba segura de que algún miembro de la familia se habría ofrecido a acompañarla y adiós a su oportunidad de defender la ciudad.


Luego de salir de la casa de Marina, Anne se encaminó hacia su siguiente destino: la casa de Jaymie.

No sabía lo que encontraría allí, pero esperaba que eso le ayudara a aclarar la muerte de sus padres y solucionar algunas dudas. Como por ejemplo: ¿cómo se mataba a los monstruos?

Además necesitaba encontrar la mejor manera de controlar sus poderes. El de leer la mente le estaba saliendo bastante bien, pero de los otros aún no sabía nada. Y algunos como el de borrar la memoria tenían que dominarse cuanto antes, para evitar sorpresas desagradables.

En eso iba pensando mientras se encaminaba hacia un camino que partía desde la casa de Marina e iba hacia su derecha. No era el camino más seguro para ir a casa de Jaymie pero sí el más rápido.

La alfombra de hojas se mostraba más abundante en aquella zona, tanto que habría resultado imposible no pisarla. Pero en este momento Anne no le dio importancia a ese hecho, pues ella solo pensaba en llegar a casa de Jaymie y en respuestas. Apresuró el paso y no tardó mucho en llegar a su destino.

La casa de Jaymie:

Por fuera era una casa distinta de las demás, pues en primer lugar era más grande. En segundo estaba rodeada por una pequeña pradera, únicamente atravesada por el camino que había seguido Anne y que llevaba a la entrada de la casa. Una pradera que en otra época estaría llena de flores, pero que ahora solo poseía hierba y algunas hojas otoñales esparcidas por el suelo. Y en tercero lugar la casa tenía un color distinto al de otras casas. Era de color amarillo claro con puertas de madera, pero también tenía en los bordes de las ventanas y de la puerta una decoración representada por líneas que formaban olas plateadas y doradas.

Anne se encaminó hasta la casa y se acercó a la puerta que, sorprendentemente, no estaba cerrada con llave. La abrió y penetró en ella.

Al contrario de lo que sugería el exterior, la casa era sencilla en más de un sentido, con lo habitual en una casa humilde y únicamente una habitación: la de Jaymie.

Anne cruzó un pasillo que partía de la puerta y cuyos lados, derecho e izquierdo, albergaban las puertas de las distintas estancias de la casa y miró alrededor. No parecía haber nada fuera de lo normal. Entró en la cocina, nada, en el baño, nada y en la habitación de Jaymie, sorprendentemente, nada.

Decepcionada y enfadada al mismo tiempo recorrió el dormitorio de cabo a rabo con los ojos, no podía creer que aquel viaje hubiera sido en vano.

Entonces notó una presencia conocida pero... ¿acaso no se había marchado?

Un ruido atrajo su atención, Anne volteó la cabeza a tiempo de ver su melena castaña alejarse de la zona por el pasillo. Si era Jaymie, no había duda. Pero, ¿que hacía aquí?, ¿por qué había vuelto tan pronto?, ¿acaso había cambiado de idea y quería hacer algo?

Anne alejó esos pensamientos de su mente y se concentró en seguir a Jaymie no quería perderla de vista, pues si eso ocurría Anne no recibiría las respuestas que necesitaba y entonces no sabría como actuar ¿O sí?

La melena castaña se perdió entre el pasillo y salió por una puerta, que estaba en el otro extremo del pasillo. Anne no entendía cómo no había visto esa puerta antes, pero no le dio importancia y se encaminó hacía la misma salida por la que había salido Jaymie.

La pradera en la que Jaymie y ella se habían reunido tantas veces se abrió ante sus ojos. Era una extensión larga de hierba que empezaba delante de la casa y acababa en un tramo de sendero que llevaba por un lado a una parte del bosque de Stern y por otro a un camino que llevaba a uno de los tantos pueblos cercanos. Anne miró alrededor, sin duda el lugar era perfecto para esa conversación y la situación no podía ser mejor. Solo faltaba un detalle, ¿dónde estaba Jaymie?

En el árbol” La voz de Jaymie sonó en su mente de manera tan clara que parecía que Jaymie estuviera delante de ella en ese momento. Anne levantó la vista al árbol y entonces la vio.

Se hallaba sentada en una rama, su melena larga castaña, habitualmente atada, se hallaba ahora suelta y colocada detrás de las orejas. Sus ojos grises miraban a la nada y su sencillo y largo vestido gris oscuro estaba abierto por un lado. Debajo de él parecía llevar la versión femenina de un pantalón, pero era algo difícil de afirmar ya que Anne solo había visto esas prendas en hombres. Sin embargo, había un hecho en Jaymie que llamaba la atención antes que ningún otro. Se trataba de las alas. Eran grandes y muy luminosas, casi parecían tener luz propia y por encima de todo eran increíblemente bonitas. No parecían reales.
Jaymie se rió por lo bajo al ver la mirada asombrada y a la vez maravillada de Anne.

Y eso que aún no me viste con la piel brillando a la luz de la luna. Esa sí que es una imagen digna de ver.” le comunicó mentalmente a Anne.

Gracias a la risa Anne pudo regresar a la tierra y dijo:

—Jaymie tu...pero, ¿se puede saber que estás haciendo? ¿No te das cuenta de que cualquiera podría verte y de lo que pasaría si eso ocurre? Si te descubren… Y otra cosa, ¿se puede saber a qué juegas? Hace nada te ibas a ir para no volver hasta dentro de cincuenta o más años, cuando ya nadie te reconociera. ¿Y ahora qué?, ¿volviste?, ¿nunca te fuiste? ¿A que vino esta farsa si fue así? —La voz de Anne iba subiendo de tono conforme iba haciendo cada pregunta y también su irritación con Jaymie.

—Anne tranquilízate esto no te conviene —aconsejó Jaymie, pero Anne no le hizo caso y siguió. Estaba tensa y enfadada y eso era peligroso, aunque por otra parte era mejor dejar que se desahogara un poco. Puede que así aprendiera a controlarse un poco.

—¡¿Que me tranquilice?!¡¿Pero tú sabes lo mal que me ha sentado tu ida?! Me he convertido en seyen y tú... —En ese momento Jaymie lo vio. Vio el descontrol de Anne pero no pudo pararlo o no quiso. Un dolor lacerante la recorrió de arriba abajo, Jaymie se apretó a la rama y luchó por mantenerse sentada. Casi había olvidado esa sensación. Todo su cuerpo ardía y de qué manera. Era como si la estuviesen quemando viva. Jaymie respiró hondo y aunque todo su ser se lo pedía a voces no gritó, pero no pudo evitar retorcerse disimuladamente y esperó. Y tal como empezó el dolor terminó.

Jaymie se retuvo de suspirar, aliviada, y entonces se concentró en Anne, que la miraba preocupada por ella y un poco horrorizada de si misma.

—¡Oh! ¡Dios mío, Jaymie qué he hecho! — Exclamó. — ¿Te encuentras bien? — Jaymie bajó delicadamente del árbol y en cuanto tocó el suelo sus alas desaparecieron.

—No te preocupes, estoy bien. Verás, Anne nuestra especie tiende a extremar algunos sentimientos que provocan reacciones fuertes por nuestra parte. Por ello el descontrol es algo habitual en nosotros. Tú no tienes la culpa de nada —dijo Jaymie.

—Eso no lo justifica. Yo te ataqué con mis poderes y… Lo siento, ¿sufriste mucho? —Insistió Anne en su disculpa. Jaymie negó con la cabeza.

—No más que otras veces. Algunos sentimientos fuertes, como la ira, despiertan nuestros poderes. No es algo muy agradable para el que lo sufre, pero es bastante útil como defensa cuando los monstruos nos ponen en situaciones incómodas. Los incapacitamos antes de que tengan tiempo de atacarnos y así evitamos combates innecesarios —explicó.

—Ya, pero aun así... —Empezó Anne pero Jaymie la interrumpió:

—Aun así nada, ¿vale? No te disculpes más. Lo ocurrido no fue nada malo, al contrario te ayudará a controlar tus poderes. Y ahora si me escuchas contestare lo mejor que pueda a esas preguntas que se han alojado en tu cabeza. Aunque seamos amigas hay secretos que no puedo revelar.

»Querías saber como se controlaban los poderes. Pues bien, un poder no se puede manejar si no se conoce. Lo que quiero decir es que el primer paso es conocer tus poderes, ver o sentir su efecto. El efecto puede aparecer de improviso como señal de la transformación, como el poder de leer la mente en tu caso. O puede ser provocado como ocurrió con la ilusión de dolor que usaste hace poco. Una vez que un seyen ha visto o sentido ese poder tiene ya una breve idea de cómo funciona y puede llegar a controlarlo. Habitualmente por medio de la práctica. El medio que utilizaremos para que aprendas a controlar tus poderes —informó ella.

—¿Me… Me vas a entrenar?, ¿tú? — Preguntó Anne extrañada, no se esperaba eso.

—Pues claro. Pero solo te enseñaré a manejar los poderes, para las luchas vas a tener que seguir practicando tú. Como bien sabes, abandoné las luchas hace mucho tiempo y no me gusta la violencia. —contestó Jaymie e Hizo una pausa y siguió:

—Sin embargo, si te voy a decir cómo se matan a los monstruos. Primero debo hablarte de sus cualidades, pues al igual que nosotros ellos tienen poderes y facultades insospechadas. Los licántropos tienen más fuerza y velocidad que los humanos, pero eso solo es cuando son lobos. Y aun así los seyens les superamos. También son más resistentes, de tal modo que la única manera de herirlos es con algo punzante y metálico; como por ejemplo espadas como la tuya. Solo se les puede matar desangrándolos o arrancándoles la cabeza. También puedes atravesarles el corazón, pero eso ya es más complicado.

»Los vampiros son fuertes, ágiles y muy rápidos, tanto como nosotros cuando volamos. También son capaces de despertar una particular atracción en los humanos e inducirlos a acercarse a ellos. En eso ellos tienen que rivalizar con nosotros, los seyens. Pues nosotros también despertamos una atracción especial en los humanos que además anula la de los vampiros, o cualquier otro monstruo que la tenga y la reemplaza por la nuestra. También atraemos a los monstruos, pero de un modo muy distinto. Resumiendo cualquier monstruo que recibe esa atracción desea destruirnos a cualquier precio y alimentarse con nuestra sangre, carne o alma.

Al oír eso Anne se estremeció pensando en la cantidad de monstruos que la atacarían.

—Pero dejemos este tema pues mi intención al contarte esto no era asustarte es solo que...bueno es la primera vez que cuento esto después de muchos años. Es normal que con la emoción me haya desviado del tema. — Dijo Jaymie con una sonrisa tranquilizadora y al verla Anne también se tranquilizó y Jaymie siguió contando:

—Los vampiros solo se pueden matar decapitándolos o quemándolos. En cuanto a los demonios… Ellos son los más difíciles de caracterizar. Poseen varios poderes completamente distintos y pueden camuflarse transformándose en algo distinto de lo que son realmente, generalmente personas. A pesar de todo nosotros podemos localizarlos siempre. El modo de matarlos depende el demonio pero normalmente hay que separar el corazón del cerebro. Algo que se suele hacer cortándoles la cabeza o arrancándoles el corazón ¿lo entendiste Anne? — acabó Jaymie y Anne asintió.

—Bien, repíteme las cualidades y el modo de matar a los monstruos. —dijo Jaymie

—Bueno, pues, los licántropos son más rápidos, resistentes fuertes y... —Anne se interrumpió, pues acababa de ver un licántropo o eso le pareció a ella.

Sigue, no te asustes. Solo son unas pocas ilusiones para meterte en contexto.” La voz de Jaymie sonó tranquilizadora en su mente y gracias a eso Anne pudo seguir.

—Pero solo cuando son lobos y se matan desangrándolos o decapitándoles. Los vampiros son ágiles, fuertes y muy, muy rápidos. —Anne vio otro monstruo aunque en este caso no era un licántropo sino un vampiro. Pero no se asustó estaba preparada. “Jaymie tienes que enseñarme a hacer eso.” Comunicó mentalmente a Jaymie, antes de seguir:

—Solo se les mata decapitándoles o quemándolos y...


—¿Qué has dicho Anne? ¿De verdad quieres que te lo enseñe? —preguntó Jaymie, ilusionada, interrumpiéndola mientras la visión desaparecía.

—Sí. —contestó Anne.

—Bien, lo haré. Pero antes dime, ¿cómo se mata a los demonios? —dijo Jaymie

—Pues, depende del demonio pero básicamente hay que cortarles la cabeza o arrancarles el corazón. —contestó Anne.

—Bien, lo has entendido. Y ahora te enseñaré... —Comenzó Jaymie y Anne se ilusionó con la capacidad de crear ilusiones, pero entonces su amiga vaciló y dijo:

—Bueno, mejor te enseño otra cosa. Algo más importante.

–¡Jaymie! —Protestó Anne.

—No te preocupes tiene que ver con las ilusiones. Te voy a enseñar a reemplazar recuerdos —le explicó Jaymie.

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